Localización y entorno
La denominada zona de Arribes del Duero se sitúa en los extremos suroeste y noroeste respectivamente de las provincias de Zamora y Salamanca. Se trata de las tierras en las que el Duero y sus afluentes se encajan a consecuencia de la necesidad que tiene el río de salvar el desnivel (aproximadamente 650 m) existente entre la submeseta norte y las tierras portuguesas. Estos cañones contrastan con lo que se conoce como perillanura, lo que otorga a este espacio de una mayor biodiversidad tanto en fauna como en flora.
La formación del relieve del Parque Natural de los Arribes del Duero se remonta al Paleozoico y hasta la fecha de hoy se han ido formando cañones graníticos por el paso del Duero, que actualmente presumen de ser los más profundos de toda la península. Este fenómeno natural provoca un accidentado relieve y otorga una diversidad de altitudes, exposiciones, suelos y mesoclimas que permiten jugar con una gran cantidad de factores que van a aportar un carácter único a los vinos.
Historia
Detrás de los grandes vinos siempre hay una gran historia. La tradición vitivinícola de la zona remonta a la época de los fenicios, siendo los Arribes la entrada del Duero en España desde el Atlántico. Probablemente se trate de la zona más antigua de la cuenca del Duero donde se cultivó la vid, gracias a las rutas comerciales de los fenicios, entre el s.VIII y III a.C. A través del contacto y el comercio, difundieron su conocimiento de la viticultura y la producción de vino, incluyendo la propagación de varias variedades antiguas de vid.
Por otra parte, también existe la hipótesis que relaciona la entrada del viñedo con la época de la colonización romana. Lo más probable es que ambos planteamientos sean compatibles, y por tanto podría considerarse esta zona de auténtica transición, siendo un punto de fusión de ambas penetraciones. De ahí que la zona se considere como un gran reservorio genético y varietal, ilustrado por la multitud de variedades que conviven en el Parque Natural, y que siguen conservándose hoy en día debido al gran aislamiento de la zona y la poca tecnificación del sector.
No obstante, los primeros testimonios rigurosos datan del s. XV en el periodo medieval, como en la mayor parte de la meseta, cuando se legisla por primera vez el comercio activo de vino. A partir de entonces, la vid pasa a ser el cultivo más importante de la zona. Ya con la llegada de la filoxera en Francia, y gracias también a la rápida reacción del sector cuando llegó la plaga a Arribes en el 1888, la demanda del vino tinto se incrementó de forma importante en el exterior.
Finalmente, toda esa tradición vitivinícola se ve reconocida en 2007 con la aprobación del reglamento de la Denominación de Origen Arribes.
Clima
El clima de Arribes del Duero es diverso y complejo, siendo a rasgos generales clasificado como continental con connotaciones mediterráneas, y una clara influencia atlántica debido a su cercanía con el océano que suaviza el clima con un régimen pluviométrico relativamente elevado, cuyo índice anual se sitúa entre 600 y 800 mm, repartidos principalmente en los meses de invierno y otoño. En primavera son menos abundantes, pero superiores a las precipitaciones que se producen en otras zonas vitícolas de la meseta. Sin embargo, la precipitación es variable según la posición geográfica, variando en función de la cercanía a la meseta.
A su vez, el relieve determina grandes diferencias térmicas. De manera que en la penillanura el régimen térmico es semejante al del resto de la cuenca, siendo un clima claramente continental con inviernos fríos y largos; veranos cortos y calurosos; mientras en los valles de los ríos se alcanzan temperaturas considerablemente elevadas, que superan en unos 5ºC las de la penillanura; donde las connotaciones mediterráneas cobran mayor importancia resultando los inviernos más cortos y los veranos más largos. En la cercanía de los encajados cañones de los ríos no se conocen prácticamente heladas, pudiéndose cultivar cultivos típicamente mediterráneos como el olivo, los cítricos, almendros, higueras, etc.
Suelo
En cuanto a los suelos de los Arribes, también se encuentra una gran diversidad debido a su orografía, que se caracteriza principalmente por penillanuras y laderas, algunas con grandes desniveles (entre un 10 y un 30%) haciendo necesario la formación de bancales para poder retener los suelos y disminuir el efecto erosivo. Los suelos suelen ser poco profundos (unos 30 centímetros, algo más cuando se asientan sobre pizarras), de textura franco-arenosa, con mayor presencia de arcillas cuando se asientan sobre pizarras, y en muchos casos surgen afloramientos rocosos que suelen ser de consistencia desmoronable.
La roca madre desde un punto de vista geológico forma parte del Zócalo Paleozoico o Macizo Antiguo, y se constituye principalmente de rocas ígneas (granito) y rocas sedimentarias metamorfizadas como pueden ser las pizarras, siendo estos suelos considerablemente más profundos y frescos que el resto ya que retienen y regulan mejor la humedad.
Químicamente son terrenos de naturaleza ácida con un pH que oscila entre un 5 y 6,5, y un bajo contenido en materia orgánica, y pobres en nutrientes. Así pues, los materiales mayoritarios de estos suelos son producto de la descomposición de las rocas graníticas, aunque también existen importantes franjas con descomposición de rocas metamórficas de las rocas graníticas y sedimentarias metamorfizadas, junto con algunos depósitos detríticos del cuaternario, arenas y arcillas.
Variedades
En la zona de Arribes del Duero tenemos la suerte de trabajar con un gran patrimonio varietal, que incluye con seguridad más de 30 variedades con mayor o menor presencia.
La principal variedad tinta es la Juan García, que confiere una singularidad y tipicidad única a los vinos, seguida de la Bruñal, que, aunque no sea la más extendida, es una variedad de pequeño racimo que aporta a los vinos una gran estructura, color y paleta aromática que la hacen muy especial para los vinos de guarda. Por supuesto, podemos encontrar variedades más típicas como el Tempranillo (Tinta Madrid) o la Garnacha, así como otras más minoritarias como es el caso de la Rufete, la Mandón, el Tinto Jeromo, la Gajo Arroba, el Bastardillo chico o el Verdejo colorao entre otras.
En cuanto a las variedades blancas, la mayoritaria es la Doña blanca cuyo comportamiento agronómico está totalmente adaptado a la zona, pero útimamente está ganando más protagonismo la Puesta en Cruz por sus excelentes aptitudes vínicas. También podemos trabajamos con Godello, Verdejo, Albillo real y Albillo mayor entre otras muchas.